RELICARIO DE LA CRUZ VERDADERA, VIRGEN MARIA Y 7 SANTOS
RELICARIO DE LA CRUZ VERDADERA, VIRGEN MARIA Y 7 SANTOS
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Este raro relicario ovalado es típico de las producciones romanas o napolitanas de principios del siglo XVIII. Un marco de plata ligeramente abombado sostiene un cristal convexo que protege el valioso contenido. En el interior, el espacio está completamente decorado con la técnica de las paperolles: finas tiras de papel dorado, enrolladas y esculpidas en volutas barrocas, forman una red compacta que capta la luz y dirige la mirada hacia el centro.
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De Velo B.M.V → De velo Beatae Mariae Virginis: Reliquia del velo de la Santísima Virgen María.
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Ex Ligno SS Crucis → Ex ligno Sanctae Crucis: Reliquia de la madera de la Santa Cruz.
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S Franc Salesii → Sanctus Franciscus Salesius: Reliquia de san Francisco de Sales.
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S. Andrea au → Sanctus Andreas Apostolus: Reliquia de san Andrés, apóstol.
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S.M. Madg Pazzis → Sancta Maria Magdalena de Pazzis: Reliquia de santa María Magdalena de Pazzi.
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S. Pii pape V → Sanctus Pius Papa V: Reliquia de san Pío V, papa.
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S. Philip Nerii → Sanctus Philippus Nerius: Reliquia de san Felipe Neri.
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S. Caroli Borrom → Sanctus Carolus Borromeus: Reliquia de san Carlos Borromeo.
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S. Gaetani → Sanctus Gaetanus: Reliquia de san Cayetano.
Buen estado de conservación con su vidrio original.
Sin abrir.
Sello eclesiástico y hilos de seda presentes.
ÉPOCA: siglo XVIII
DIMENSIONES: 8 cm X 6 cm
TAMAÑO: 3,1" X 2,4"
Reunir estos fragmentos en un mismo relicario no es una coincidencia: constituyen un auténtico programa espiritual centrado en la Cruz y en la renovación católica posterior al Concilio de Trento. En el corazón se encuentra la madera de la Santa Cruz, que recuerda la única fuente de salvación; delante de ella, el velo de la Virgen simboliza la mediación maternal de María, quien “presenta” el sacrificio de Cristo al mundo. En torno a este núcleo irradian santos que fueron contemporáneos o herederos inmediatos del Concilio de Trento (1545–1563): Borromeo, Pío V y Francisco de Sales encarnan la autoridad doctrinal y el rigor pastoral necesarios para defender la fe frente a la Reforma protestante; Felipe Neri, el “apóstol de Roma”, expresa la dimensión misionera y gozosa de este renacimiento; Cayetano de Thiene y Andrés Avellino representan a los teatinos, orden pionera en la reforma del clero a través de la pobreza evangélica; finalmente, María Magdalena de Pazzi, mística carmelita, recuerda que el fervor contemplativo alimenta la acción. Así, este pequeño objeto concentra los tres pilares de la Contrarreforma — ortodoxia, caridad pastoral e interioridad — todos unidos por la Cruz y protegidos por la Virgen, ofreciendo a su portador una síntesis espiritual del catolicismo del siglo XVII.
