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DISCIPLINA MONÁSTICA DE CUERDA CON 5 TIRAS

DISCIPLINA MONÁSTICA DE CUERDA CON 5 TIRAS

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ref: #RK00-684

Este flagelo penitencial monástico, originario de un antiguo monasterio, es un instrumento de penitencia destinado a la autoflagelación, una práctica ascética que busca fortalecer la humildad y el compromiso espiritual a través del sufrimiento corporal.

Fabricado completamente con cuerda trenzada, cuenta con un lazo fuertemente enrollado para un agarre seguro. Desde este mango se extienden varias hebras gruesas, entrelazadas con nudos estratégicamente colocados. Estos nudos aumentaban el impacto de los golpes, intensificando el dolor mientras evitaban heridas abiertas, a diferencia de los flagelos de metal.

Lejos de ser un simple instrumento de castigo, este flagelo era utilizado por monjes dentro de un estricto marco de oración y meditación, donde cada golpe en la espalda o los hombros se convertía en un acto de humildad y expiación de los pecados. Su construcción de cuerda sugiere que era más silencioso y discreto que las versiones de metal, permitiendo su uso en la privacidad de las celdas monásticas, lejos de miradas indiscretas.

El estado del trenzado, bien conservado a pesar del desgaste del tiempo, da testimonio de la solidez de este objeto y de su uso frecuente. Más flexible que los flagelos de metal, permitía una flagelación rítmica y prolongada, intensificando así la prueba espiritual impuesta al cuerpo.

Hoy en día, este flagelo sigue siendo un conmovedor testimonio de las prácticas de mortificación corporal que marcaron la vida monástica. Refleja una época en la que la resistencia física y el dolor controlado eran considerados caminos hacia la purificación y la elevación espiritual.

PERÍODO : finales del siglo XIX
DIMENSIONES : 56 cm
TAMAÑO : 22"

Un instrumento de penitencia conocido como flagelo, similar a un pequeño látigo, ha sido utilizado por miembros de algunas denominaciones cristianas, incluidos anglicanos, luteranos y católicos romanos, como parte de la práctica espiritual llamada mortificación de la carne.

La flagelación, una práctica antigua asociada con formas extremas de ascetismo, ha sido empleada por algunas figuras religiosas para purificarse espiritualmente y mortificar su propia carne. Esta forma intensa de disciplina corporal se considera un medio de penitencia para expiar los pecados. Algunos creyentes consideran que la autoflagelación fortalece su conexión con Dios y los acerca al sufrimiento de Cristo. Sin embargo, es importante señalar que esta práctica no está ampliamente extendida en todas las tradiciones religiosas y, a menudo, genera controversia debido a su naturaleza marginal.

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