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DISCIPLINA MONÁSTICA DE CUERDA CON 5 TIRAS

DISCIPLINA MONÁSTICA DE CUERDA CON 5 TIRAS

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ref: #RK00-683

Este flagelo penitencial de cuerda, originario de un antiguo monasterio, es un instrumento de penitencia utilizado para la autoflagelación, una práctica ascética destinada a fortalecer la humildad y el compromiso espiritual a través del sufrimiento físico.

Fabricado completamente con cuerda trenzada, cuenta con un lazo reforzado que proporciona un agarre firme y estable. Desde esta sujeción se extienden varias hebras gruesas, intercaladas con nudos hábilmente colocados. Estos nudos amplificaban el impacto de los golpes, intensificando el dolor mientras evitaban laceraciones profundas, a diferencia de los flagelos de metal.

Mucho más que un simple instrumento de castigo, este flagelo estaba integrado en el ritual monástico dentro de un estricto marco de oración y meditación. Cada golpe aplicado en la espalda o los hombros representaba un acto de expiación y sumisión, recordando el sufrimiento de Cristo. Su construcción de cuerda lo hacía más discreto que sus equivalentes de metal, permitiendo su uso con total confidencialidad, a menudo en la soledad de las celdas monásticas, lejos de miradas ajenas.

El trenzado, bien conservado a pesar de los efectos del tiempo, atestigua la solidez de este objeto y su uso frecuente. Su flexibilidad, mayor que la de los flagelos de hierro, permitía una flagelación repetida y prolongada, reforzando así la intensidad de la prueba espiritual impuesta al cuerpo.

Hoy en día, este flagelo sigue siendo un conmovedor testimonio de las prácticas de mortificación corporal que marcaron la vida monástica. Refleja una época en la que la resistencia física y el dolor voluntario eran vistos como caminos hacia la purificación y la conexión con lo divino.

PERÍODO : finales del siglo XIX
DIMENSIONES : 55 cm
TAMAÑO : 21.5"

Un instrumento de penitencia conocido como flagelo, similar a un pequeño látigo, ha sido utilizado por miembros de algunas denominaciones cristianas, incluidos anglicanos, luteranos y católicos romanos, como parte de la práctica espiritual llamada mortificación de la carne.

La flagelación, una práctica antigua asociada con formas extremas de ascetismo, ha sido empleada por algunas figuras religiosas para purificarse espiritualmente y mortificar su propia carne. Esta forma intensa de disciplina corporal se considera un medio de penitencia para expiar los pecados. Algunos creyentes creen que la autoflagelación fortalece su conexión con Dios y los acerca al sufrimiento de Cristo. Sin embargo, es importante señalar que esta práctica no está ampliamente extendida en todas las tradiciones religiosas y, a menudo, genera controversia debido a su naturaleza marginal.

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