CILICIO ANTIGUO
CILICIO ANTIGUO
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Este cilicio de hierro forjado, proveniente de un antiguo monasterio en el norte de España, encarna poderosamente las prácticas ascéticas y la rigurosa disciplina adoptada por ciertas órdenes monásticas. Diseñado como un instrumento de penitencia, está compuesto por un entramado de eslabones circulares entrelazados, formando una estructura metálica flexible pero resistente.
Su apariencia rústica, marcada por la artesanía y la oxidación con el tiempo, atestigua un uso repetido y prolongado. Lo que destaca de inmediato son los ganchos afilados y orientados hacia el interior, diseñados para ejercer una presión constante sobre la piel. Similares a los presentes en los cilicios para muslos o brazos, estas puntas infligían una incomodidad continua, incluso dolor punzante, sirviendo como un recordatorio constante del compromiso espiritual del portador y el sacrificio de Cristo.
Este cilicio podía llevarse en la cintura, los muslos o los brazos, dependiendo del grado de penitencia deseado. Cada movimiento se convertía en una prueba, cada paso en un acto de devoción silenciosa. Lejos de ser un objeto de ostentación, estaba reservado para la práctica íntima, acompañando largas horas de oración y meditación en la soledad monástica.
El desgaste del metal sugiere que fue utilizado por generaciones de monjes, transmitido con el tiempo como símbolo de disciplina y renuncia. Su diseño permitía adaptarse a la forma del cuerpo, ejerciendo una presión más o menos intensa según el ajuste realizado.
Hoy en día, este cilicio metálico sigue siendo un conmovedor testimonio de los ritos de mortificación corporal practicados en ciertos monasterios españoles. Refleja una época en la que la fe y el sufrimiento estaban íntimamente ligados, cuando el ascetismo y la renuncia a los placeres terrenales eran considerados caminos hacia la purificación espiritual y la unión con lo divino.
PERÍODO : siglo XIX
DIMENSIONES : 37 cm
TAMAÑO : 15"
Una copia de un cilicio del mismo período se encuentra en el Museo del Louvre en París, ver aquí
Un cilicio similar del mismo período se encuentra en el Museo del Louvre en París, ver aquí.
El cilicio, un instrumento voluntario de mortificación corporal, fue ampliamente adoptado en diversas comunidades cristianas como un medio de disciplina espiritual. Su propósito era combatir las tentaciones mientras fomentaba la identificación con los sufrimientos de Jesucristo durante su Pasión y los beneficios espirituales que de ello se derivaban.
