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RELICARIO DE LA VIRGEN MARIA Y 4 SANTOS

RELICARIO DE LA VIRGEN MARIA Y 4 SANTOS

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ref: #RK00-695

Raro relicario de bronce con fachada de vidrio; el interior presenta una composición ordenada en forma de rosetón, en cuyo centro se encuentra una reliquia de la Bienaventurada Virgen María (B. Mariae Virg.), rodeada de otras cinco reliquias de santos. Estas reliquias están engastadas en pequeños compartimentos ornamentales, decorados a menudo con flores estilizadas de metal y papel de colores.

Cada reliquia está identificada mediante una etiqueta manuscrita en latín, cuidadosamente recortada y fijada al soporte. Estas etiquetas decorativas constituyen el principal elemento de lectura del objeto. Indican a los siguientes santos:

  • S. Annae M. B. V.Sanctae Annae Matris Beatae Virginis: Santa Ana, madre de la Virgen María.

  • S. Mae. Magd. P.Sanctae Mariae Magdalenae Poenitentis: Santa María Magdalena, discípula de Cristo y figura de la penitencia.

  • B. Mariae Virg.Beatae Mariae Virginis: La Virgen María, en el centro de la composición.

  • S. Maur. Abb.Sancti Mauri Abbatis: San Mauro, monje benedictino y discípulo de San Benito.

  • S. Anonii Pat.Sancti Antonii Patavini: San Antonio de Padua, célebre predicador franciscano.

 

Buen estado de conservación, con su vidrio original.

No ha sido abierto.

Sello eclesiástico e hilos de seda presentes.

ÉPOCA: siglo XVIII
DIMENSIONES: 5 cm x 3,8 cm
TAMAÑO: 2" x 1,5"

La elección de los santos reunidos en este relicario no es arbitraria: responde a una lógica devocional centrada en la figura de la Virgen María y en los grandes pilares espirituales de la piedad católica: la maternidad sagrada, la penitencia, la vida monástica y la intercesión.

En el centro de la composición se encuentra la Bienaventurada Virgen María, corazón del misterio cristiano de la Encarnación. Su presencia central remite a su papel como Madre de Dios y también como Reina del Cielo, a menudo representada rodeada de santos en el arte religioso barroco. Aquí es el eje espiritual en torno al cual se organiza un pequeño círculo sagrado.

Justo a su lado está Santa Ana, su madre, que encarna la línea sagrada y la maternidad preparatoria para la salvación. Al venerar a Ana, se remonta simbólicamente la genealogía espiritual de Cristo, subrayando el papel de las generaciones en la transmisión de la fe.

Santa María Magdalena, otra figura clave, representa la penitencia y la conversión. Cercana a Cristo en el Evangelio, fue la primera en anunciar su resurrección. Su presencia evoca la misericordia divina ofrecida a los pecadores, así como el fervor del amor purificado.

A esta figura evangélica responden dos santos de tradición monástica y apostólica: San Mauro, discípulo de San Benito, encarna la obediencia, humildad y estabilidad monástica, pilares de la vida benedictina. Simboliza la renuncia al mundo y la búsqueda de Dios a través de la oración y el trabajo.

San Antonio de Padua, por su parte, representa la vida apostólica y predicadora. Franciscano del siglo XIII, célebre por su conocimiento de las Escrituras y sus milagros, es un poderoso intercesor. Su presencia completa el conjunto al añadir la dimensión de la palabra inspirada y la enseñanza.

Así, este relicario compone una pequeña comunidad celestial en torno a la Virgen, ilustrando distintos caminos de santidad: la maternidad sagrada (Ana), la pureza y la mediación (María), la conversión (Magdalena), la vida monástica (Mauro) y la misión evangélica (Antonio). Ofrece al fiel un abanico de modelos espirituales complementarios, todos convergiendo en María como punto de comunión e intercesión.

Este tipo de agrupación refleja una visión armónica y pedagógica de la santidad, tal como se promovía en la espiritualidad católica del siglo XVII: variada en las vocaciones, unida en la devoción.

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