San Rufino fue un mártir cristiano del siglo III conocido por ser un defensor de la fe cristiana y un gran evangelizador. Era originario de Aquileia, Italia, y vivió durante la época del Imperio Romano.
Según las tradiciones, Rufinus era hijo de un rico comerciante romano y él mismo era muy culto y educado. Tenía una gran pasión por la filosofía y la teología, y pretendía dedicar su vida a la enseñanza de estas materias.
Sin embargo, Rufinus quedó profundamente conmovido por el evangelio y decidió dedicar su vida a difundir la fe cristiana. Se hizo sacerdote y comenzó a predicar el evangelio en los pueblos y aldeas de la región.
Rufinus también participó en la defensa de la fe cristiana contra la persecución del Imperio Romano. Fue arrestado y encarcelado varias veces, pero siempre se negó a renunciar a su fe. Finalmente, fue condenado a muerte y decapitado en Aquileia en 303.
Rufinus es considerado un santo por la Iglesia Católica y se celebra anualmente el 27 de julio. Es reverenciado como modelo de fe y devoción, y se ora pidiendo la ayuda y protección de Dios.