Entre las figuras más queridas del repertorio hagiográfico medieval, Santa Margarita de Antioquía (a veces llamada Marina en Oriente) ocupa un lugar singular: joven mártir de finales del siglo III, triunfadora sobre un dragón, protectora de las mujeres embarazadas, ha inspirado innumerables relatos, obras de arte, procesiones e invocaciones. Mezcla de datos históricos escasos y motivos legendarios poderosos, su historia revela las dinámicas culturales, teológicas y sociales que moldearon la memoria cristiana entre la Antigüedad tardía y la época moderna. Este artículo propone trazar, en unas tres mil palabras, el recorrido de Margarita: sus orígenes, la constitución de su Passio, la fortuna iconográfica de la santa, los usos cultuales que se le vincularon, y luego la evolución de su estatus en la liturgia romana contemporánea.

Contexto histórico: Antioquía, cruce del Imperio y laboratorio de la fe
Para comprender bien el nacimiento de la leyenda, primero hay que situar Antioco de Pisidia (que no debe confundirse con Antioco sobre el Orontes) en el Gran Imperio Romano a finales del siglo III. La región, helenizada desde Alejandro, romanizada tras la conquista de Pompeyo, ofrece entonces un terreno espiritual muy activo: paganismo tradicional, cultos orientales (Cibeles, Mitra), judaísmo helenístico y sobre todo el cristianismo naciente coexisten a menudo de manera violenta. Las persecuciones impulsadas por Decio (249-251) y luego por Diocleciano (a partir de 303) intentan restaurar la unidad imperial en torno al sacrificio público; proporcionan un «terreno fértil» narrativo ideal para las pasiones de los mártires.
La Passio Margaritæ afirma que la joven Margarita, hija de un sacerdote pagano llamado Teotes, recibió el bautismo en secreto y fue repudiada por su padre; se retiró al campo, criada por una nodriza cristiana (o a veces presentada como pastora). Cuando un prefecto — Olibrius en la versión occidental, Agricolaüs en la versión griega — notó su belleza, intentó seducirla y luego obligarla a la apostasía. Como tantas hagiografías, la narración dramatiza el conflicto individual entre la autoridad política y la fidelidad a Dios, reflejo colectivo de una comunidad sometida a la persecución.
Históricamente, los archiveros eclesiásticos han tenido dificultades para corroborar la existencia de una Margarita específica en Antioquía; no ha sobrevivido ningún acto oficial de martirio. La crítica moderna sitúa la formación del relato en el siglo IV o V, un momento en que la Iglesia victoriosa recopila y reestructura los recuerdos heroicos de tiempos oscuros, con el fin de ofrecer modelos edificantes.
Las fuentes hagiográficas: de la Passio griega a la Legenda aurea
La versión griega primitiva
El texto más antiguo conservado es una pasión griega («BHG 1165» en la Bibliotheca Hagiographica Graeca), probablemente redactada en Siria. Breve, ya insiste en tres motivos:
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La confrontación dialéctica entre Marguerite y el juez;
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Los suplicios físicos (flagelación, fuego, inmersión) a los que la santa sobrevive milagrosamente;
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La victoria sobre el demonio, encarnado por un dragón, en la celda de la prisión.
Esta pintura se inspira en la retórica marcial de la Antigüedad tardía: la sangre del testigo se convierte en semilla de la Iglesia, y el enfrentamiento, en un espectáculo catequético.
La expansión latina y la Legenda aurea
En el siglo VIII, la Passio llega en latín. Surgen tres reescrituras principales: una reelaboración retórica carolingia, la prosa del pseudo-Simeón Metaphrastes, y sobre todo la compilación de Jacobo de Vorágine († 1298) en su Legenda aurea. Vorágine conserva la trama pero la enriquece con exégesis alegóricas: el dragón, explica, simboliza a Satanás que devora las almas; la cruz empuñada por Margarita es la fides que perfora el vientre del Leviatán. Estas glosas acentúan la dimensión moral y hacen que el relato sea perfectamente adecuado para la predicación popular.
Tradiciones vernáculas
Desde el siglo XII, poemas anglo-normandos (por ejemplo, Vida de Santa Margarita, hacia 1200) y luego misterios en lengua d’oïl representan la pasión. En bretón, córnico, catalán, italiano o alemán, se convierte en canto de vigilia, manual de partera, miniatura de libro de horas. La flexibilidad del material narrativo permite insertar detalles locales; así, en Provenza, Olibrius es llamado conde de Nimes; en Inglaterra, Margery Kempe se siente espiritualmente emparentada con la mártir.
Relato legendario detallado
Origen y educación
Marguerite nace en Antioquía, en una familia noble, pero desde muy temprano está enamorada de un ideal de castidad. Su conversión clandestina ilustra la tensión entre los valores paganos (linaje, alianza matrimonial) y el llamado cristiano a una ciudadanía celestial.
La admiración de Olibrius y la resistencia
Prestamista de Pisidia, Olibrius siente un deseo — tanto erótico como político — por la joven. La escena del tribunal, núcleo dramático de la Passio, sigue un esquema dialéctico clásico:
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Pregunta: «¿Eres de raza libre o servil?»
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Respuesta: «Soy sierva de Cristo.»
El vuelco semántico (libre/sierva) subraya la libertas Christiana, tema paulino apreciado por los autores patrísticos.
La lucha contra el dragón
En prisión, el diablo aparece en forma de un dragón gigantesco, listo para devorarla. Marguerite traza en su frente la señal de la cruz; la bestia la traga, pero su cuerpo bendecido desgarrar al monstruo desde dentro, que estalla. Existen dos variantes:
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Marguerite sale ilesa del vientre, realizando una parodia de Jonás;
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El dragón desaparece en cuanto ella lo toca.
Este pasaje, emblemático, convirtió a la santa en el prototipo del coraje espiritual. También ofrece una lectura tipológica: Margarita, figura de la Iglesia, es engullida por la persecución (dragón) pero resucita triunfante.
Torturas y milagros
Condenada a ser quemada viva y luego ahogada, Margarita está protegida por signos celestiales: las llamas se dispersan, el agua del barreño se divide. Los espectadores, testigos del poder divino, se convierten por cientos; el implacable prefecto se enfurece; el episodio culmina en una decapitación, gesto que finalmente libera el alma de la santa.
Symbolismo e iconografía
Attributos
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El dragón: casi siempre representado yaciendo a los pies de Margarita o atravesado por su cruz.
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La cruz o el bastón cruciforme: instrumento de victoria y de exorcismo.
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La palma del martirio.
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A veces el cordero (pastourelle) o la estola de enfermera (en la imaginería de la protección maternal).
Evolución estilística
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Byzancio: mosaicos del siglo XI en Dafni; la santa aparece de pie, hierática, sin dragón, reflejo de una sobriedad doctrinal.
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Gótico occidental: tímpanos de Notre-Dame-la-Grande en Poitiers, vitrales de Chartres o de Rouen: Margarita derrotando a la bestia, a menudo con vestido de flor de lis.
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Renaissance: pintores como Rafael (cuadro de Santa Margarita hacia 1518) destacan la gracia femenina, atenuando el patetismo.
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Barroco: éxtasis místico, iluminaciones dramáticas (Zurbarán, 1631).
Iconográficamente, la escena del dragón ofrece un eco a san Jorge; sin embargo, Jorge triunfa exteriormente, caballero armado, mientras que Margarita vence desde el interior, por la fe desnuda — una diferencia teológica importante en torno al tema de la gracia versus las armas.
Culto y difusión geográfica
Orient
En Capadocia y Armenia, las reliquias se habrían fijado primero en Seleucia. Bajo Justiniano, se le dedica una basílica en Constantinopla. Las Iglesias bizantinas la celebran el 17 de julio (calendario juliano).
Occidente
Las cruzadas catalizan la propagación. En 1206, un fragmento de cráneo llega a la basílica de Saint-Denis; en 1226, Blanca de Castilla pone la futura Sainte-Chapelle bajo su protección durante su embarazo. En el siglo XIII, ya se cuentan más de 250 parroquias Marguerite en Francia. Inglaterra (Saint-Margaret’s, Westminster) también le dedica una gran devoción; ella se convierte en patrona del hospital St Margaret de Boston.
Fiestas, procesiones, cofradías
En el norte de Francia, todavía se encontraban, en el siglo XIX, las «Margoteries»: pequeñas cofradías femeninas que distribuían el pan bendito a las parturientas. En Provenza, la bravata de Santa Margarita (Gonfaron, Var) representaba un dragón de tela llevado por las jóvenes, recordando los misterios medievales.
Santas de las mujeres embarazadas: oraciones y rituales
Marguerite es especialmente invocada ad parturientes. Ya en el siglo VIII, el papa León III habría rezado por su hermana en parto invocando a la mártir. Dos razones:
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Su liberación del vientre del dragón evoca un parto victorioso.
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La tradición cuenta que antes de morir obtuvo del Señor la gracia de asistir a quienes invocaran su nombre.
Objetos de devoción: cinturones de hilo rojo bendecidos, medallas con doble efigie (Margarita y la Virgen), manuscritos que contienen la lectura completa de la Passio que se colocaban bajo la almohada de la parturienta.
Des formules comme : « Sainte Marguerite, vierge intrépide, toi qui jaillis saine du ventre du dragon, fais que [Nom] soit délivrée de ce fardeau » circulaient dans les livres d’heures jusqu’au XVIIᵉ siècle.
Impacto literario y teológico
Literatura medieval
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Misterios: en Troyes, la cofradía de los paqueteros montó un Misterio de santa Margarita con más de 5,000 versos (alrededor de 1450).
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Poesía: en inglés medio, la South English Legendary inserta la pasión con anotaciones morales; el poeta insiste en la modestia como «armadura invisible».
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Imitación espiritual: Margery Kempe, visionaria de Lynn (siglo XV), recibe en revelación que Margarita la protege durante sus doce embarazos; la frontera entre la imaginación hagiográfica y la experiencia mística se difumina.
Profundizaciones doctrinales
Tres ejes llaman la atención de los teólogos:
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El testimonio virginal: Marguerite sintetiza virginidad y maternidad espiritual, mostrando que la fecundidad cristiana no se reduce a la carne.
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La victoria pascual: su surgimiento fuera del monstruo imita la Resurrección, figura tipológica.
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El problema de la historicidad: desde Baronius († 1607), se debate la posible fusión con Marina de Assiut o Pelagia. Sin embargo, Pío V, durante la reforma del Breviario (1568), mantiene la fiesta, invocando el sensus communis fidelium.
De la Reforma al Vaticano II: eclipse y redescubrimiento
La crítica protestante ridiculizó al dragón y denunció las «vanas tradiciones». Sin embargo, incluso en el ámbito reformado, algunos motivos subsistieron (edificios llamados St Margaret’s en Escocia). Por el lado católico, la fiesta del 20 de julio se mantuvo hasta 1969, fecha en la cual la revisión del calendario romano relegó a la santa al rango de memoria facultativa, precisamente debido a la incertidumbre histórica.
Sin embargo, el movimiento litúrgico del siglo XX invitó a redescubrir a Margarita desde el ángulo bíblico: su lucha contra el dragón anticipa el capítulo 12 del Apocalipsis (la Mujer y el Leviatán). Teólogas contemporáneas también la reinterpretan como una prefiguración de las luchas por la dignidad femenina.
Marguerite hoy: patrimonio vivo
Si se cuentan menos procesiones espectaculares, la santa permanece visible en:
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Toponimia: más de 1.200 municipios o aldeas europeas contienen Sainte-Marguerite o Saint-Margaret.
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Arte sacro: restauraciones (vidriera del ábside norte en Chartres, 2023); encargos contemporáneos (escultura de Jaume Plensa para la iglesia Mayor de Barcelona, 2019).
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Pastoral familiar: grupos de oración «Arcoíris Sainte-Marguerite» acompañando a parejas con deseo de tener hijos.
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Turismo cultural: circuitos «en los pasos de Santa Margarita» en Provenza (La Roquebrussanne, Signes) y en Inglaterra (Lynn, Londres-Westminster).
Conclusión
Santa Margarita de Antioquía concentra, como en un prisma, las grandes preocupaciones del imaginario cristiano: la lucha del bien contra el mal, la dignidad inviolable de la conciencia, la fecundidad física y espiritual, la victoria pascual sobre la muerte. Que su historicidad sea incierta importa finalmente poco: a través de la liturgia, el arte y la memoria popular, se ha convertido en una figura «más verdadera que la naturaleza», es decir, portadora de una verdad simbólica que resuena más allá de los siglos. En la era poscrítica, su dragón sigue siendo una alegoría de las violencias — psíquicas, sociales, sistémicas — que todo ser humano debe enfrentar. Su leyenda recuerda finalmente que la esperanza no es ingenua: se abre camino, incluso en el corazón del monstruo, para resurgir libre y consoladora.
Así, desde la basílica bizantina hasta los cantos de partera, desde los vitrales flamígeros hasta los estudios feministas, Marguerite sigue dando a luz significado. En esto, la joven de Antioquía permanece bien viva: santa patrona, hermana de lucha, antorcha frágil e invencible a la vez, que nos invita a alzar, a nuestro turno, la cruz de la dignidad frente a los dragones de nuestro tiempo.